Cuando Mandela unió a Sudáfrica "Yo soy el amo de mi destino, yo soy el capitán de mi alma". Con esas dos líneas, el inglés William Ernest Henley (1849-1903) cierra su poema más famoso, Invictus, mismo título escogido para la película dirigida por Clint Eastwood que se estrenará en Argentina la próxima semana. Tras el brillante libro "El factor humano", de John Carlin, parecía complejo volcar -con semejante intensidad y nivel de detalles- en un film el relato que desarrolló el periodista inglés en su obra que fue editada por Seix Barral. Ambos, Carlin y Eastwood, fueron tras la misma historia: cómo hizo Nelson Mandela para aprovechar políticamente el deporte en pos de una causa noble. La emotiva película, sostenida por historia real y extraordinaria, narra cómo el líder sudafricano (interpretado por Morgan Freeman, ¿quién otro?) usufructuó deliberadamente el Mundial de Rugby de Sudáfrica 1995 para unir una nación en ruinas por el apartheid. A mediados de los ´80, Mandela llevaba 23 años en la cárcel y decidió cambiar de estrategia en su lucha contra el odio racial que dividía al país, al borde de una guerra civil. En lugar de confrontar, se propuso conquistar a sus enemigos. "Los tiempos cambian. Nosotros tenemos que cambiar", dice Mandela en la película, que es "95 por ciento real" según dijo -en la avant premier en Buenos Aires- Joost Van Der Westhuizen, medio scrum y una de las figuras de los Springboks. "Invictus" describe la ejemplar estrategia del líder sudafricano, quien se alió con el capitán del equipo, Francois Pienaar (Matt Damon), para ayudar a unificar su país. Mandela conquista a su entorno negro, que había sido oprimido durante décadas por los afrikáners blancos, haciendo un arte de su capacidad de persuasión. "No podemos hacer lo que ellos temen que hiciéramos si lográbamos llegar al poder", explica el líder, invitándo a dejar a un lado un resentimiento y rencor inconducentes. Obsesionado en lograr la unidad, Mandela elige el rugby para lograrlo, luego de convertirse en 1994 en el primer presidente negro de Sudáfrica. La desconfianza y el rencor era tan grande que hasta su propia secretaria privada descreía de la estrategia de su admirado líder. Pero él no dudó y avanzo en su propósito. "Un equipo, un país", fue el slogan oficial de la competencia. Un dato no menor: se trataba del deporte de los blancos. A tal punto era así que los negros, apasionados por el fútbol, festejaban y deseaban que perdieran los Springboks. Hasta esa cita mundial que cambió al país, claro. Un año antes del Mundial, ni siquiera los más fanáticos soñaban con llegar muy lejos. Los más optimistas auguraban que, con suerte, el equipo llegaría a los cuartos de final. El mundo estaba encandilado con los All Blacks de Jonah Lomu, uno de los mejores equipos en la historia del rugby. Mandela apenas sabía que este deporte dominado por los neocelandeses se jugaba con una pelota ovalada. En sus años de presión comenzó a estudiarlo con la intención de seducir a los políticos. Era una sutileza para conquistar la atención y el respeto de sus oponentes, en su amplio plan para lograr su liberación, que obtuvo luego de 27 años tras las rejas. Convertido en el símbolo mundial de la lucha contra el apartheid, Mandela se juega buena parte de su crédito político siendo fiel a su convicción de que logrará unir a su pueblo por medio del lenguaje universal del deporte. Entonces convoca a Pienaar (Damon), hombre blanco y capitán de los Springboks. Lo invita a tomar el té en su despacho presidencial, lo trata cordialmente y le hace un solo pedido: que Sudáfrica gane la Copa del Mundo. Con gran tino, Eastwood (director también de Million Dollar Baby) reconstruye de modo emotivo esas semanas en las que los sudafricanos logran la enorme gesta histórica. Por más que algunos cinéfilos puedan decir que el film cae en lugares comunes, esos mismos expertos también se cuestionan: "La historia fue así, ¿podía contarse de otro modo?". Sin embargo, el foco es el relato, los hechos y el mensaje incuestionable de la película que muestra como los Spignboks logran superar a los All Blacks, el favorito de todos, en una heroica final. El Ellis Park, donde Argentina enfrentará a Nigeria en el próximo Mundial de fútbol, fue el escenario de épica final que en la que 60 mil personas, blancos y negros, terminaron celebrando una misma victoria. Esa que le dio la impensada Copa del Mundo a Sudáfrica y en la que millones de televidentes vieron cómo un pueblo se abrazó sin discriminación de razas. A partir de fines de enero, cuando se estrene "Invictus", también podrá ser revivida en la pantalla grande.
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Dar din dar
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Oameni dragi, stim cu totii ca exista multi oameni cu probleme, fara
posibilitati materiale, cu copii bolnavi. Toti stim cel putin cateva
cazuri. Unii poat...
Hace 10 años
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